Fui educado bajo la égida de un nacionalismo trasnochado y rural, que quiso hacernos creer que éramos todavía uno de los imperios más poderosos del mundo. Y por si fuera poco, además, un imperio irreprensiblemente ético y justo.
Artigo completo em http://www.elpais.com/articulo/opinion/Portugal/Espana/elpepuopi/20090925elpepiopi_4/Tes
La alta velocidad ferroviaria entre los dos países es ineludible
La península Ibérica es un mercado de 52 millones de personas: hay que aprovechar esa oportunidad
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